El Louvre resguarda en
sus colecciones una gran cantidad de antigüedades egipcias. Estas no fueron una
herencia directa de cuando Napoleón estuvo en Egipto, sino que muchos años más
tarde fueron donadas por diferentes personas o compradas por algunos reyes.
Esta colección es la segunda colección más grande del mundo, luego de la del
museo de Cairo.
Entre las antigüedades egipcias más relevantes se destaca El
escriba sentado, exhibido en la sala 22 del primer piso. Es la obra más
famosa de una figura desconocida (no se conoce nada del escriba representado).
Es un hombre sentado con las piernas cruzadas, un papiro sobre la mano
izquierda y se cree que tendría algo sobre la derecha (hoy está perdida esa
pieza). Lo que más llama la atención son los ojos del escriba y esto impacta en
los turistas que la ven por primera vez.
Otra obra importante es la Gran
Esfinge de Tanis, ubicada en la primera sala de la planta baja. Una
escultura con cuerpo de león y cabeza de rey, que sugiere estar lista para
atacar ya que tiene el cuerpo tenso y las garras extendidas. Mide más de 4
metros de largo, casi 2 metros de alto y 2 de ancho. Es una auténtica artesanía
que se halló en 1825.
Siguiendo las salas, en la número 13, se halla el Sarcófago de Ramses III, de granito
rosa, que contuvo el ataúd del faraón. La tapa se exhibe en el museo de
Fitzwilliam de Cambridge y la caja es lo que se ve en el Louvre. Todas sus partes están grabadas con capítulos de libros
sagrados de entonces.
Además, esta magnífica colección de antigüedades egipcias incluye
momias, máscaras funerarias, pinturas como Cristo y el Abad Mena, una obra
conocida como Anillo de los caballos, esculturas como Paleta de los cazadores o
figuras en marfil. Un recorrido alucinante e imperdible para los amantes de la
historia y para los turistas ávidos de descubrir una cultura tan rica y
fascinante como la egipcia.
Cristo y el Abad Mena
(Imágenes obtenidas desde wikipedia.org)
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